“El Pobal es ya un museo referente de la historia y la cultura del hierro"

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Marta Zabala, directora de la Ferrería El Pobal

La Ferrería cumple este año dos décadas abierta al público, un periodo por el que han pasado más de 270.000 personas. Su directora, Marta Zabala, incide en que se trata de un espacio de iniciación en el respeto al patrimonio y al medio ambiente: “Lo primero que sorprende al visitante es el propio entorno natural”

“El Pobal es ya un museo referente de la historia y la cultura del hierro"

Este 2024 la Ferrería El Pobal cumple 20 años como museo, ¿cómo ha sido el camino y qué balance haces de este periodo?
Fue en junio de 2004 cuando este viejo ingenio hidráulico, en el que se había fabricado hierro durante cerca de 500 años, abría sus puertas al público e inauguraba una nueva etapa convertido en un museo vivo de la industria del hierro y también de la molinería hidráulica. Consciente de su extraordinario interés, la Diputación Foral de Bizkaia había adquirido el conjunto en 1990, procediendo a un minucioso proceso de rehabilitación.

Con esta iniciativa se conservaba un patrimonio que, de no haber sido así, posiblemente habría estado abocado a su abandono y quizás al olvido. El nuevo museo debía convertirse, además, en un recurso para la dinamización del entorno y contribuir a potenciar la imagen de Muskiz, de Enkarterri y de Bizkaia como un producto cultural y turístico de calidad.

Han pasado ya 20 años desde entonces y aún queda mucho trabajo por hacer pero, si volvemos la vista atrás, el balance de este periodo es muy satisfactorio. El Pobal es ya un museo de referencia de la historia y de la cultura del hierro en Bizkaia y cada vez son más fuertes los lazos con la comunidad local.

Las cifras no son el único indicador de una trayectoria, pero nos sirven para hacernos una idea de su éxito. Desde aquel junio de 2004 hasta la actualidad son más de 270.000 las personas que han visitado la Ferrería y que han disfrutado de su programa de actividades. Y en total, se han llevado a cabo más de 14.000 visitas guiadas y cerca de 4.000 demostraciones ferronas.
 

¿Cuáles han sido los momentos o actividades más importantes que ha llevado a cabo la Ferrería en estas dos décadas?
Es difícil elegir porque la actividad desplegada a lo largo de estos 20 años es muy extensa y variada. Y no siempre las iniciativas que han cosechado un mayor éxito de público son las que han dejado más huella. La renovación que se hizo de la exposición permanente en 2019, la nueva muestra titulada ‘Burdinoletan zehar, Bizkaia, territorio ferrón’, marcó un hito, como también lo hicieron las exposiciones temporales ‘Hierro al mar’ o la última ‘Los barcos grabados en la iglesia de San Julián de Muskiz’, que todavía se puede visitar.

Las rutas de patrimonio son también un distintivo de nuestras actividades. Nos gusta enseñar el patrimonio del hierro que hay en toda Bizkaia y fuera incluso del territorio. Hemos organizado salidas con destinos muy variados (en barco desde Santurtzi hasta el cargadero de Dícido, en Cantabria, o a pie por las ferrerías y molinos del Barbadun o por los restos mineros de Pobeña y Kobaron.

Otros momentos muy especiales fueron la primera vez que abrimos el Castillo de Muñatones al público en las Jornadas Europeas de Patrimonio de 2008, la representación teatral ‘La fragua inmortal’ o la transgresora versión de la novela ‘Peru Abarka’. Pero sin duda es la demostración ferrona la actividad que distingue a este museo: el espectáculo de la siderurgia tradicional que cada sábado se representa en la Ferrería y que no deja indiferente a nadie. La puesta en marcha de la maquinaria es el capítulo más visual y didáctico Y en las exhibiciones de la fragua hemos visto forjar en estos años piezas tan variadas como anclas, arpones balleneros, ballestas, llantas de carro, cerraduras, puntas de lanza o hachas.


Por El Pobal pasan personas de todas las edades, ¿qué aspectos suelen ser los que más llaman la atención de los visitantes?
Lo primero que les sorprende es el propio entorno natural de la Ferrería. La riqueza y variedad de especies arbóreas, el exótico bosque de bambúes junto al río y toda la infraestructura hidráulica que prolonga el museo hacia el exterior, integrando la presa, los canales y depósitos de agua. El Pobal es un patrimonio también sonoro y eso es algo que se percibe nada más llegar. El estado de conservación del conjunto es uno de los aspectos que más asombra a los visitantes. La autenticidad y el poder de evocación de los distintos espacios, muy bien recreados, que permiten viajar fácilmente a tiempos pasados. Muy pocas personas conocen la dilatada historia de esta ferrería, su antigüedad o el hecho de que haya convivido durante décadas con el horno alto.
 

Además de todo lo relacionado con el hierro, se realizan numerosas actividades, exposiciones y talleres que abarcan otros aspectos, ¿qué se busca con esta diversificación de contenidos?
El disfrute del patrimonio es un derecho de todas las personas y los museos deben divulgar sus contenidos y colecciones haciéndolos accesibles a diversos tipos de públicos. Esta filosofía está muy presente en la programación de El Pobal. Además de los excursionistas, turistas y del público especializado, cada año pasan por la Ferrería cerca de 7.000 escolares, un colectivo muy importante en nuestra función educativa. También las familias están cada vez más presentes en el día a día del museo y procuramos que las actividades que organizamos resulten interesantes y atractivas para ellas.

El Pobal es un museo para aprender historia y conocer el entorno, pero también para acercarse amablemente al mundo de la ciencia y de la tecnología, para descubrir cómo el ser humano ha hecho uso de las materias primas y de las energías, empleando el ingenio para elaborar todo tipo de útiles y alimentos. Es una escuela de iniciación en el respeto al patrimonio, pero también en el conocimiento y conservación del medio ambiente. Y está inmerso en un agradable entorno natural que invita al esparcimiento.

La Ferrería quiere ser, además, un lugar de encuentro y de ocio abierto a la comunidad, a sus gustos, intereses e inquietudes, y a otras fórmulas de entretenimiento compatibles con su misión cultural. Y así se ha convertido eventualmente en escenario de películas, como ‘Errementari’, o de conciertos y de las más variadas representaciones teatrales, como ya hemos recordado


¿Cuáles son los actos o eventos previsto este año con motivo de esta efeméride?
El 20 aniversario estará presente a lo largo de todo el año 2024, con una oferta variada, de la que las visitas guiadas y las demostraciones seguirán siendo la piedra angular. Tendremos nuevos ‘Encuentros en la fragua’ con exhibiciones y charlas monográficas, que girarán en torno a temas como ‘hierro para el arte’, en abril; ‘hierro para las armas’ en mayo, y ‘hierro para el hogar’, cerrando el programa en el mes de noviembre. En primavera inauguraremos la instalación ‘Señales del tiempo. Veletas forjadas en hierro’, creada por el artista de Markina José Pablo Arriaga. Ampliaremos las rutas de patrimonio con nuevas ‘matinales ferronas’ y algunos destinos clásicos que revisitaremos, como la fandería de Olabarrieta en Sopuerta o los paisajes mineros de Pobeña y Kobaron, en un mar de hierro. La salida de forja artística nos llevará a descubrir con este otro prisma algunos de los principales monumentos de Enkarterri.

En 2024 estrenamos dos nuevos programas que refuerzan nuestra vocación de museo vivo. Uno de ellos es ‘El oficio invitado’, que pretende ser una cita anual con otros trabajos, técnicas y saberes, más allá del hierro y la molinería, cuya primera entrega llevará por título ‘Scriptorium’. La segunda llegará a finales de septiembre, un mes que a partir de ahora dedicaremos monográficamente al molino. Este año inauguramos la iniciativa con la propuesta ‘Del molino a la mesa: dulces tradiciones’. Y junio será el tiempo del homenaje y reconocimiento al ingeniero Luis Barreiro, el ‘último romántico de la siderurgia tradicional’, con la publicación de un libro dedicado a su figura y al trabajo de campo que con tanto ahínco llevó a cabo en las primeras décadas del siglo XX, dibujando un gran número de ferrerías por todo el País Vasco.